El cinematógrafo interior

CINEMATOGRAFO INTERIOR

Por María de la Esperanza Alvarado Rueda

“Nunca hay que preguntar qué quiere decir un libro, significado o significante, en un libro no hay nada que comprender, tan solo hay que preguntarse con qué funciona, en conexión con qué hace pasar o no intensidades, en qué multiplicidades introduce y metamorfosea la suya, con qué cuerpos sin órganos hace converger el suyo. Un libro solo existe en el afuera y en el exterior.”

 

 

En este ensayo pretenderé tejer ciertas reflexiones inspiradas en la lectura de la Introducción escrita por Henri Bergson a su obra Memoria y Tiempo, escrita en 1908 y sobre el primer capítulo de La imagen-movimiento de Gilles Deleuze .

Quiero retomar primeramente la afirmación que hace Bergson en la introducción:

“Este libro afirma la realidad del espíritu y la realidad de la materia, y trata de determinar la relación de una con la otra en el estudio de un ejemplo definido: la memoria.”  Es sabido que por parte del psicoanálisis ya Freud se había ocupado de la memoria en su Proyecto de Psicología.   Creo que en el proyecto se percibe con claridad, desde el punto de vista del psicoanálisis el problema que representa el binomio memoria- tiempo.  La simple noción de “nachtralich”  en Freud ya ubica el tiempo de la memoria en otra parte que no tiene que ver con lo lineal.  Cito a Deleuze en su primer comentario de Bergson “el espacio recorrido es pasado, el movimiento es presente, es el acto de recorrer.  Es el tiempo interior, el tiempo intemporal de la memoria el que al abrirse despliega la experiencia.  Esto hace que el planteamiento de Bergson sea muy interesante y el mero título de su obra Materia y Memoria, (que se mencionó de una manera breve en el curso, para anticipar la obra de Deleuze) hayan resonado de manera muy especial en mi larga lista de preguntas.  Ante todo me maravilla  que  Bergson intente establecer la memoria como ese territorio fronterizo que linda ¿y reconcilia? La materia y el espíritu y me hace preguntarme de nueva cuenta, todos los supuestos adormecedores con que filtramos lo desconocido.  La memoria. Para Bergson, el puente entre materia y espíritu.   Para Freud,  aquello que condena la satisfacción a la alucinación.. lo que no es poca cosa.  

 A pesar de las neurociencias, de la incorporación de memoria cibernética en toda nuestra era tecnológica, de de los esquemas que pregonan desde una psicología positivista y los diagramas que la explican, pensar en la propuesta de Bergson me parece (es loco lo que diré) refrescante.  Pensar en la memoria aún hoy, en su diversidad de acepciones, seguiría sin definirse en qué momento lo material se torna en espíritu.  Se me ocurre pensar de pronto en la ciencia- ficción, traduciendo un viejo problema en el de la inteligencia artificial  tornándose en conciencia ¿o debería decir auto-percepción? Y bien imposible definir en dónde y cómo se deposita esa memoria de percepciones que traducen lo desconocido del exterior en un mundo interno, en imágenes-movimiento?   Otra de las interesantes cuestiones que plantea Bergson es cómo explicar la aparición de lo nuevo, lo que no es un problema menor.  Y esto último teniendo también implicaciones desde el punto de vista del psicoanálisis, de la praxis, tal como los efectos del significante son capaces de derivar en una nueva producción, re-histerizar, re-historizar (¡y permítaseme el improperio!) al ¿sujeto de la memoria?

 No es el objetivo de este ensayo el repetir lo que Freud dijo ni forzar conexiones entre el trabajo de Freud y el de Bergson,   sino intentar ejercitar la propia duda, más allá de las proposiciones elaboradas por los que sí saben, destejer el saber para recuperar el asombro y desde allí  ocuparse  del verdadero sentido que tiene ensayar ideas alrededor de preguntas que nos ocupen, sirviéndose del eco de la filosofía, que desde mi ignorancia, aspiraría a generar preguntas y posibles conexiones.

 Ya Bergson dice que todo este dualismo entre los filósofos ha generado largos discursos entre el realismo y el Idealismo, mismos que han ido demasiado lejos. Si bien es cierto que  todo conocimiento exigirá un corte para poder ser estudiado, de vez en cuando es necesario lanzar una mirada hacia el contexto general y en ese sentido, la propuesta de Bergson , me parece conciliadora.  Proponer  la memoria como ese nexo entre la realidad de la materia y la realidad del espíritu, entre el mundo de afuera y el nexo con lo psíquico, me parece acorde con las exploraciones que Freud pretendía desde el Proyecto..    La memoria para el psicoanálisis estaría depositada en lo consciente y en lo inconsciente.  Si bien para Bergson no es lo mismo, a mí me hace problematizar un poco la cuestión misma de la memoria.  Inscripción en el tintero de lo biológico, de lo químico, ¿habría memoria de lo que no se recuerda, de lo irrecuperable? Imposibilidad de re-historizar pues en la medida en la que se significa, parecería cambiar.  Lo mismo, pero  sumando pequeñas diferencias ¿o debería decir, restándolas de nuestras suposiciones? tal y como la representación que se mueve, la imagen- movimiento. Leo a Deleuze: “Por más que acerqueís al infinito dos instantes o dos posiciones, el movimiento se efectuará siempre en el intervalo entre los dos y por tanto a vuestras espaldas. Por más que dividaís y subdividaís el tiempo, el movimiento se efectuará siempre en una duración concreta y cada movimiento tendrá pues, su propia duración cualitativa”     Y aquí viene la pregunta inevitable que gravita en torno al psicoanálisis ¿analizarse es poner en movimiento ese discurso, en el cual emergen las pequeñas islas de la memoria y en torno a ellas re-inventar itinerarios que descubran la trayectoria del posible movimiento ¿del deseo?

Bergson pone a discusión si la materia es un agregado de imágenes.  Una representación, menor a la cosa que el realismo formula.  La imagen es según él, una existencia situada entre la cosa y la representación.  Si bien “la cosa” en sí, es inaprehensible,  se hace posible ¿su existencia? por intermedio  del órgano y la función del mismo, es decir no tiene existencia inherente. “La realidad” no existiría  sin quien la percibe.   Así, determinado tipo de mente percibiría determinado tipo de estímulos, por lo que la decodificación de “la realidad” dependería de la psique que la percibe., de esta manera una mente animal percibirá la realidad  de modo diferente que un humano y existirán diferencias en la forma de percibir la realidad de un humano y de otro.  Esto se hace evidente en la psicopatología… (y me parece muy importante lo que habla Bergson de los “niveles de conciencia” y la “atención a la vida”) .  Así la mente puede pensar que la materia existe tal y cual es percibida, es decir como eso que se reduce a una imagen.  Otro de los problemas que plantea en esta introducción tiene que ver con la diferencia entre el cerebro y la mente.  De nuevo psique y soma ¿no es cierto que este misma búsqueda llevó a Freud de la neurofisiología a la invención del psicoanálisis?  ¿En dónde se inserta entonces sino en los linderos del cuerpo y del espíritu? ¿entre la ciencia y la metafísica? ¿entre lo material y lo inmaterial?  Y qué es lo que evidencia ese territorio que no sea….el significante? Cito a Bergson: “Take a complex thought which enrolls itself in a chain of abstract reasoning. This thought is accompanied by images, that are at least nascent. “ (véase Introduction xiii) ¿puede esto entenderse como las cadenas significantes que se enlazan a imágenes, movimiento de imágenes  que juegan en el espacio, que imprimen actitudes particulares en el cuerpo y dejan libre aquello que implícitamente contienen de movimiento espacial?

Bergson continúa diciendo que la vida psíquica puede ser vivida en diferentes alturas, algunas más cercanas a la acción (¿primarias?) y otras lejanas a ella, (¿secundarias?) de acuerdo al grado de nuestra “atención a la vida”.  Concluye planteando en esta introducción que la psicología  tiene por objeto el estudio de la mente para fines prácticos y la metafísica sería la mente luchando para trascender las condiciones de las acciones útiles para regresar a sí misma como energía creativa pura.  ¿En donde se insertaría el psicoanálisis? ¿la singularidad del sujeto, como esa aparición de lo nuevo?

II.

El trabajo que Deleuze hace de Bergson ligado al cine me parece sugerente con respecto a la memoria y también al quehacer psicoanalítico.  Corriendo el riesgo ineludible de equivocarme en mis apreciaciones, ensayaré un poco con las ideas que me sugirió  la lectura del primer capítulo de la obra de Deleuze de La imagen-movimiento.  Para comenzar, quisiera remitirme al término que utiliza Deleuze y es título del presente ensayo: el cinematógrafo interior.  Desde mi punto de vista el cine no podría haber surgido si no hubiese estado precedido por la percepción natural.  Por decirlo de otra manera, el cine es la “puesta afuera” en imágenes-movimiento  de una realidad que ha sido interpretada y seleccionada por lo ¿psíquico?  Si para Deleuze los inicios del cine comienzan con una toma fija, y un plano espacial e inmóvil, me parece que el cine apuntaría a la emulación la percepción natural en el sentido de que la mirada no suele estar fija en un punto, sino que como la cámara, además de seguir el  movimiento que percibe en el exterior, es dirigida por el movimiento de la atención, ( de la selección del objeto a ser mirado y ¿qué es lo que mueve a un sujeto a mirar algo?¿a perseguir ese algo?  ¿el deseo? ¿No sería pues el camarógrafo que apuntaría la cámara hacia un foco particular?   Y esa historia, la del deseo ¿¿no sería es  el territorio propio  del psicoanálisis?   ¿No sería entonces más parecida la percepción natural a una cámara móvil y la emancipación de una toma?  El movimiento no es espacial, sino heterogéneo.  La percepción de la realidad es más bien simultánea, me parece que se aproximaría más a la imagen de una espora.  Pensando acerca de esto, en la elaboración de este ensayo, encontré lo que Deleuze trabaja con Guattari en torno a la idea de rizoma del cual he extraído la cita inicial y que es un texto al que sin duda, daré un vistazo, pensando en lo que se construye en el análisis.  

Volviendo al tema del cine, me parece que la simultaneidad de lo heterogéneo sería una forma plausible de explicar el fenómeno de la conciencia.  La experiencia perceptual de diversos estímulos en lo que llamamos presente.    Lo demostraría así la realidad virtual, que se convertiría justo en eso, experiencia, no muy diferente de la realidad.   Y las implicaciones de esto son enormes porque ha menudo ha venido a mi mente la pregunta de que si se perfeccionara  la experiencia virtual de tal modo  que fuese indiferenciable de aquello que conocemos por realidad  ¿cómo podría explicarse entonces la experiencia, el ser, como mero movimiento, devenir del ser en el tiempo (exterior), es el acto de recorrer …[1]

Otra de las ideas que me parece inspiradora para pensar la práctica psicoanalítica tiene que ver con la idea del movimiento y en la idea de una materia- flujo.  Para el psicoanálisis me parece que algo parecido puede decirse con respecto a que es el lenguaje el que puede vehicular el flujo del material psíquico.  Ese movimiento de la acción significante, permitiría un acomodamiento , una orden de las poses o de instantes privilegiados, ya sea por el dolor, ya sea por el placer que produjeron.  ¿no constituye eso una cinematografía interior, la película de la historia que nos representa ante otro?  Una sucesión de imágenes y significantes que giran en torno a una historia, a esa ficción yoica que nos dá cierta ilusión de existencia.  No es que en ese punto se pone en juego dentro de la historia , la red de asociaciones, como sucesiones de imágenes que siguen un orden secreto seleccionado por lo inconsciente (¿Y/o la memoria?)  Puedo pensar por ejemplo, que  compararse los cortes que se dan en el análisis como una especie de re-edición de la cinematografía interior, o mejor dicho, como una suspensión de ese cinematógrafo mecánico que cuenta la historia (ahora pienso en la superficie tórica)  en la que hay edición del tiempo, de los actores,  de la noción de un yo y de la historia.

BIBLIOGRAFIA

 

 

Bergson, H.(1929) Matter and Memory. Gran Bretaña: The Riverside Press Limited.

Deleuze, G. (1983) La imagen-movimiento. Estudios sobre cine 1. Barcelona: Paidós.

 

RECURSOS ELECTRONICOS:

http://www.fen-om.com/spanishtheory/theory104.pdf

Deleuze, G. RIZOMA, Introducción, Marzo 1977



[1]  “El espacio recorrido es pasado, el movimiento es presente, es el acto de recorrer. “  G. Deleuze, , La imagen-movimiento. Estudios sobre cine. p,13

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